Cartajima debe su nombre al árabe Al-Z’jaima, que significa "el lugar más elevado". En los registros cristianos se menciona como Xaritalxime y luego evolucionó a su nombre actual. Durante el siglo XIX, la villa vivió un auge gracias a la minería del hierro, que llegó a impulsar la instalación de una fábrica de cañones, ganándose el apodo de “Cádiz chico”. Además, su resistencia durante la invasión napoleónica quedó marcada en la historia por las acciones del guerrillero Andrés García, quien atentó contra el gobernador de Ronda.
El entorno de Cartajima es un paraíso para los amantes del turismo activo. Los Riscos de Cartajima, un espectacular paraje kárstico, invitan a los viajeros a descubrir curiosas formaciones rocosas y leyendas locales. Además, el área ofrece acceso a cuevas como la de Carrión y simas que son un deleite para los aventureros.
En el pueblo, destaca la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, un templo del siglo XVI, junto con vestigios romanos como las termas de la Cañada del Harife y el castillo medieval que aún preserva su esencia.
Ya sea para un fin de semana, el puente de diciembre o las vacaciones de Navidad, Cartajima y el Valle del Genal prometen una experiencia enriquecedora. La belleza de sus casas encaladas, calles sinuosas y paisajes de tonos ocres y verdes cautiva tanto a locales como a turistas. La visita puede complementarse con escapadas a los pueblos cercanos como Ronda, Jimera de Líbar o Gaucín, cada uno con su propio encanto.
Para llegar a Cartajima, lo más recomendable es el coche, ya que el transporte público es limitado. Desde Málaga, el trayecto toma alrededor de una hora y media siguiendo la A-357 hacia Ronda y luego la MA-7301. Esta ruta atraviesa paisajes impresionantes que preparan al viajero para el encanto que lo espera en esta joya escondida de la Serranía de Ronda. Cartajima no es solo un destino; es una invitación a viajar en el tiempo y reconectar con la naturaleza en uno de los rincones más auténticos de Andalucía.