La capital neerlandesa cobra el 12,5% del total de la reserva, lo que la convierte en la ciudad europea con la tasa más elevada. Este impuesto, que promedia 18,45 euros por noche, busca equilibrar los beneficios del turismo con la calidad de vida de los residentes. La medida forma parte del plan de Ámsterdam para combatir el turismo excesivo y financiar servicios públicos.
En segundo lugar se ubican Atenas, Rodas, Tesalónica y Heraclión, donde la tasa varía por temporada y categoría del alojamiento, con un promedio de 8,17 euros por persona y noche. Grecia justifica este impuesto como parte de su política de turismo sostenible y resiliente, que incluye el mantenimiento de infraestructura en zonas de alta presión turística.
Berlín, por su parte, aumentó en enero de 2025 su tasa del 5% al 7,5% sobre el coste neto del alojamiento, incluyendo estancias por negocios. El promedio asciende a 7,38 euros por persona y noche, con recaudación directa a través de hoteles y plataformas digitales. La medida responde al crecimiento de visitantes tras la pandemia y al esfuerzo por financiar mejoras urbanas sin aumentar impuestos locales.
Las ciudades italianas de Milán, Roma, Florencia y Bolonia ajustaron sus tasas en función del Año Jubilar 2025, evento que se espera atraiga millones de turistas. Milán cobra hasta siete euros por noche en hoteles de cuatro y cinco estrellas; Roma eleva el máximo a diez euros en hoteles 5 estrellas y Florencia impone hasta 8 euros por noche. Bolonia, con un sistema por rangos de precio, establece una tarifa máxima de siete euros para alojamientos de más de 121 euros la noche.
En cuanto a España, Cataluña y las Islas Baleares son las únicas comunidades que aplican tasas turísticas. En Barcelona, se suma un recargo municipal al impuesto autonómico, con montos que varían según el tipo y categoría del alojamiento.
Las Baleares aplican una “ecotasa” desde 2016, destinada a financiar proyectos ambientales y mejoras en infraestructura, con tarifas diferenciadas por temporada y tipo de hospedaje.
Este tipo de tributos, aunque polémicos, se afianza como una herramienta clave de gestión turística en Europa. Su recaudación permite financiar inversiones públicas, promover la sostenibilidad y mitigar los efectos del turismo de masas, mientras obliga a los viajeros a incluir este costo adicional en sus presupuestos. Para quienes planean recorrer el continente, conocer estas tasas es esencial para evitar sorpresas al momento de pagar.