Argentina registró su record de casos de coronavirus justo en Semana Santa, y a la vez un aluvión de turistas se desparramó por todo el territorio nacional, para disfrutar el último buen momento antes de los inminentes anuncios de restricciones, que seguramente vendrán como ocurrió en toda la región sur del continente americano.
La justificación de no suspender la actividad turística radicó en las políticas de estado alineadas en turismo y salud, acompañadas del asesoramiento privado, que desde la Cámara Argentina de Turismo bajó en cascada despegando a la actividad turística del crecimiento de casos en el país.
La población no aceptará otro cierre total, ni tampoco los sectores productivos, el camino será el que marcó Matias Lammens: "Los infectólogos nos expresan que, en esta etapa, nos toca convivir con el virus con todos los cuidados habituales para ralentizar y achatar lo más posible la curva de contagios para llegar con la mayor cantidad de población riesgo vacunada, sobre todo la de riesgo"
Por otra parte Aldo Elías, presidente de la Camara Argentina de Turismo, se cansó de gritar a los 4 vientos: “el turismo no tuvo nada que ver con la circulación comunitaria del virus en 2020” y “estamos delineando acciones para abrir aun más la actividad, planificando una nueva versión del plan pre viaje para turistas internacionales luego de las vacaciones de invierno.”
Respecto de la actividad turística, el ministro argentino recordó "que hay un antecedente muy positivo y reciente, que es la temporada de verano: casi 13 millones de argentinos viajaron por todo el país, y los casos de enero a fines de febrero bajaron, con lo cual el problema claramente no es el turismo".
En este sentido la realidad le da la razón a Lammens, pero lo que realmente podrá poner los índices en orden será la responsabilidad, los cuidados y la implementación de los protocolos, no solo en los viajes, sino en la vida cotidiana.
La tan ansiada inmunización por medio de las vacunas se hará esperar, con nuevas cepas que amenazan el futuro cercano por su alta contagiosidad y mutaciones, que generan dudas en cuanto a la efectividad de las dosis inoculadas hasta el momento.
Quedó demostrado, no solo en la Argentina sino en el mundo, que cuando hay un cumplimiento estricto de los protocolos se pueden tener abiertas las industrias, los comercios, es decir, se puede convivir con el virus.
El gran interrogante será como controlar las fronteras y si el pasaporte sanitario se transformará una herramienta eficaz para hacer turismo. De lo que poco se habla es del tránsito de personas “esenciales”, que transitan los pasos fronterizos y aeropuertos mediante las llamadas excepciones, los cuales son potenciales portadores del virus y no están siendo controladas celosamente como la actual situación lo amerita.
Todo indica que se tomaran medidas “mesuradas” para no matar la economía, siempre y cuando las terapias intensivas y el número de muertos por la pandemia lo permitan. El turismo transitará un invierno “controlado” esperando la primavera para ver florecer los números que se congelaron en 2020.
Escuchar el podcast completo aquí.