Esta medida se implementó con apoyo de todo el arco político local que consideró que las embarcaciones turísticas contradicen las acciones de sostenibilidad que caracterizan a esta urbe del norte de Europa.
El turismo de masas en Ámsterdam se transformó en un inconveniente que se acrecentaba una temporada tras otra superando el centenar de amarres anuales.
El consejo gubernamental de la capital de Países Bajos actualmente gestiona un plan de cambio integral de Ámsterdam como destino turístico que incluye la limitación al consumo de cannabis en las calles del Barrio Rojo popularmente conocido por sus burdeles.
Ámsterdam lucha para dejar atrás su pasado asociado al Barrio Rojo y también van mermando los cafés de cannabis como política pública para reorientar a los turistas a los museos, restaurantes y galerías de arte.
Como antecedente más reciente, en marzo pasado, la alcaldía de Ámsterdam realizó una campaña publicitaria en redes sociales instando a los jóvenes británicos a que celebren sus despedidas de soltero en otra ciudad que no sea la capital de Países Bajos.
Según estimaciones oficiales, Ámsterdam recibe veinte millones de turistas extranjeros por año y, la mayoría de ellos, arriban para practicar el denominado turismo de excesos o viajes de borrachera al que incita su vida nocturna.
"Los cruceros en el centro de la ciudad no encajan en el plan de Ámsterdam de reducir el número de turistas", opinó Ilana Rooderkerk, representante del partido liberal D66 que gobierna la ciudad junto con el Partido Laborista y los ecologistas.
Rooderkerk comparó recientemente a los turistas de cruceros con una especie de "plaga de langostas" que descendía de repente sobre la ciudad.
Al mismo tiempo, la alcaldesa Femke Halsema criticó a los cruceristas porque sólo permanecen un par de horas que destinan a comer en cadenas internacionales sin tiempo ni interés en visitar un museo.
La jefa comunal expresó que la otra razón de peso para prohibir los cruceros radica en la necesidad de reducir los niveles de contaminación del aire en Ámsterdam. Un estudio de 2021 sobre un gran crucero comprobó que produjo los mismos niveles de óxidos de nitrógeno (NOx) en un día que 30.000 camiones.