Con paisajes únicos, actividades de turismo de aventura y propuestas gastronómicas y culturales, estos tres pueblos están captando la atención de viajeros del resto de la Argentina e incluso visitantas procedentes del exterior que priorizan la autenticidad y el contacto directo con la naturaleza.
El crecimiento de estos destinos no es casualidad. En el caso de El Bolsón, el auge de las ferias artesanales, las cervecerías locales y los circuitos de trekking por el Cerro Piltriquitrón han diversificado la oferta turística. Puerto Deseado, por su parte, se ha consolidado como un paraíso para los amantes de la fauna marina, con avistaje de pingüinos, lobos marinos y orcas, mientras que Esquel atrae con el imponente Parque Nacional Los Alerces y la mística del Viejo Expreso Patagónico La Trochita.
Las políticas públicas también han sido clave. Provincias como Río Negro y Chubut inviertieron en infraestructura posicionándose a estos destinos emergentes como alternativas accesibles y de calidad. Esto ha resultado en un impacto económico positivo para las comunidades locales, incentivando el desarrollo de pequeños emprendimientos turísticos.
A pesar de los avances, el desafío principal sigue siendo la conectividad. Aunque los vuelos hacia Bariloche y Comodoro Rivadavia facilitan el acceso, los trayectos terrestres hacia los pueblos más alejados todavía requieren mejoras en las rutas. Sin embargo, esta limitación también ha contribuido a preservar el encanto y la tranquilidad de estos lugares.
El auge de estos destinos refleja una tendencia global hacia el turismo consciente y personalizado. Los visitantes valoran cada vez más las experiencias que combinan naturaleza, sostenibilidad y cultura local, elementos que la Patagonia tiene en abundancia. Este cambio de enfoque está marcando una nueva etapa en el turismo argentino.
Con una oferta en constante evolución, El Bolsón, Puerto Deseado y Esquel están demostrando que el turismo en la Patagonia no se limita a los grandes centros urbanos. Estos destinos emergentes invitan a redescubrir la región desde una perspectiva más íntima y sostenible, consolidándose como protagonistas de un nuevo paradigma turístico.