Países como Colombia, Perú, Brasil, Chile y Argentina lideran la preferencia de este público, gracias a su diversidad geográfica, riqueza cultural, conectividad regional y precios accesibles.
Las rutas mochileras por la Patagonia, el norte andino, el litoral atlántico y la Amazonía son elegidas cada año por miles de jóvenes latinoamericanos y europeos que buscan viajar por semanas o meses con presupuestos acotados pero experiencias profundas.
El turismo joven valora la libertad, la comunidad y el contenido compartible, por eso los alojamientos boutique, los hostels con identidad, las experiencias personalizadas y las actividades colaborativas son cada vez más demandadas. La economía circular, los intercambios laborales y las apps de viajes compartidos completan un nuevo ecosistema de consumo que prioriza el acceso y el impacto positivo.
Ciudades como Medellín en Colombia Cusco en Perú, Valparaíso en Chile, Florianópolis en Brasil y Córdoba en Argentina se posicionan como centros creativos para este segmento, ofreciendo vida nocturna, arte urbano, gastronomía alternativa y contacto directo con la cultura local. También ganan espacio los festivales de música, cine, diseño y sustentabilidad, que combinan entretenimiento con valores sociales y ambientales.
La oferta de turismo joven se complementa con voluntariados, programas de intercambio, turismo idiomático y viajes educativos, lo que permite diseñar productos flexibles, modulares y segmentados según los intereses del viajero. En muchos casos, un primer viaje de juventud genera un lazo duradero con el destino, que se transforma en futuras visitas, recomendaciones y fidelización a largo plazo.
Para los operadores turísticos argentinos, América del Sur ofrece una oportunidad concreta de articulación regional, con circuitos integrados, alianzas entre hostels y excursiones compartidas. La clave está en comprender los nuevos hábitos de consumo, generar confianza y trabajar con formatos ágiles, visuales y orientados a la comunidad.
El turismo joven representa un nicho en expansión, constituye un laboratorio del turismo del futuro donde la empatía, la sostenibilidad, la conexión y la creatividad marcan la agenda. América del Sur, con su vitalidad, diversidad y calidez, tiene todo para seguir siendo el patio de juego de quienes eligen viajar para vivir, aprender y transformarse.