En términos económicos, el turismo contribuye sustancialmente al producto interno bruto (PIB) combinado de Australia y Nueva Zelanda. Según datos del Banco Mundial, este aporte alcanza el 8% del Producto Bruto Interno en ambas economías.
El turismo representa directa e indirectamente el 8.2% del empleo total australiano como reveló el informe de Impacto Económico del Turismo de Tourism Research Australian.
Este impacto del turismo también desempeña un papel crucial en la conservación cultural y la promoción de las tradiciones indígenas. Organizaciones como el Consejo de Turismo Indígena de Australia subrayan la importancia del turismo como una herramienta para la preservación cultural y la educación cultural continua.
En términos de sostenibilidad, Oceanía adoptó medidas significativas para promover el turismo responsable. Nueva Zelanda es reconocida por sus prácticas de turismo sostenible y protección ambiental.
El segmento de ecoturismo avanzó en las islas del Pacífico Sur representando el 20% de todas las llegadas de turistas a la región. Destinos como Fiji y Vanuatu capitalizaron esta tendencia atrayendo viajeros interesados en experiencias auténticas y en la conservación de entornos naturales únicos.
La mejora en la conectividad aérea ha sido otro factor crucial para el desarrollo del turismo en Oceanía. La apertura de nuevas rutas y la expansión de las aerolíneas regionales han facilitado el acceso a destinos remotos, promoviendo un aumento en las llegadas de turistas.
A pesar de los beneficios económicos y culturales, el turismo en Oceanía enfrenta desafíos significativos. La gestión del impacto ambiental, la protección de los ecosistemas frágiles y la preservación de las culturas indígenas son preocupaciones prioritarias.
La Fundación para la Conservación del Medio Ambiente de Oceanía alertó sobre la necesidad de estrategias colaborativas y sostenibles para asegurar que el turismo continúe siendo una fuerza positiva sin comprometer los recursos naturales y culturales de la región.
El turismo en Oceanía es un motor económico clave y también un catalizador de la conservación cultural y promoción de prácticas sostenibles. Con un enfoque en el desarrollo responsable, el continente está bien posicionado para mantener su atractivo como destino turístico de renombre mundial.