La medida fue aprobada por unanimidad el 1 de febrero. El objetivo es proteger a los residentes y mejorar la movilidad de los peatones en la ciudad y en las islas de Murano, Burano y Torcello, según informa el Ayuntamiento de Venecia en su sitio web.
El comunicado también señala que una de las metas de esta normativa es combatir el ejercicio indebido de las profesiones turísticas. Los grupos de turistas no deben exceder las 25 personas, o la mitad de la capacidad de un autobús turístico, excluyendo a los menores de dos años.
Además, los grupos no podrán detenerse en zonas que bloqueen el paso peatonal, especialmente en los puentes y rampas de acceso. Estas áreas están reservadas para personas con discapacidad.
Si varios grupos coinciden en el mismo lugar, los guías deberán asegurarse de que cada grupo se mantenga separado. Esta medida busca evitar que se obstaculice el paso de los peatones.
Las restricciones no se aplicarán a los grupos de estudiantes durante visitas o viajes educativos a Venecia. Tampoco se aplicarán a las operaciones de embarque y desembarque de vehículos terrestres o náuticos cuando las explicaciones se realicen dentro de estos medios de transporte.
Venecia avanza en su estrategia contra el turismo masivo con esta medida. Desde el 25 de abril, comenzó a aplicarse un peaje de entrada de cinco euros en una prueba piloto que concluyó el 14 de julio. Esta prueba recaudó aproximadamente 2,25 millones de euros de unos 450.000 turistas.
El Ayuntamiento está considerando aumentar esta tarifa a 10 euros para el año 2025. Según la propuesta, se introduciría una tarifa base de tres euros para los turistas que hagan reservas anticipadas, mientras que el costo se elevaría a 10 euros durante los días con mayor afluencia.
Al sentarse a la mesa, Venecia ofrece platos típicos como las gambas; calamares, cangrejos de Murano y sardinas más el carpaccio con queso parmesano, el higado a la veneciana, el arróz a la pescadora y el mandolato que consiste en un turrón crujiente con almendras que la posicionan como un referente del turismo gastronómico.
La bebida más característica de la ciudad es el spritz, un refresco con alcohol, muy tradicional de la zona del Véneto. Se toma acompañado de bitter. También es habitual disfrutar del crodino, un trago sin alcohol; el espumante prosecco y el bussulai a base de canela o el licor sgroppino con sorbete de limón, vodka y prosecco.