En la actualidad, Venezuela opera 110 vuelos internacionales semanales, un 39,2% menos que los 181 que se registraban antes de la suspensión de operaciones con países como Panamá, Chile, Perú y República Dominicana, cuyos gobiernos cuestionaron los resultados electorales que ratificaron a Nicolás Maduro como presidente.

Esta situación afecta especialmente a destinos populares como la isla de Margarita, donde las deficiencias en los servicios públicos, incluido el suministro eléctrico, complican aún más el panorama turístico.

El presidente de la Federación Nacional de Hoteles, Alberto Vieira, señaló que la ocupación hotelera promedia el 30% en la actualidad, una disminución del 2% respecto al año anterior. Pese a que se esperaba un repunte por los eventos de Carnaval, Semana Santa y conciertos en Caracas, la incertidumbre política tras los comicios truncó la recuperación del sector.

Las dificultades se agravan por la inestabilidad de los servicios públicos y lo que Vieira describió como "voracidad fiscal", factores que ahuyentan tanto a turistas como a operadores internacionales. Con todo, se proyecta una leve mejora en Caracas y sus alrededores debido a eventos navideños, mientras que en el resto del país las perspectivas siguen siendo desalentadoras.

Un gran porcentaje de los viajeros internacionales son venezolanos que residen en el exterior y regresan al país por motivos personales. Sin embargo, el clima de incertidumbre ha provocado que muchos de ellos cancelen o posterguen sus viajes. Es el caso de migrantes que, desde países europeos como Países Bajos, aplazaron sus visitas debido a la expectativa generada por la jura presidencial prevista para el 10 de enero.

El panorama actual representa un fuerte retroceso para un sector que había mostrado signos de recuperación en 2023. A medida que la crisis política se intensifica, el turismo en Venezuela se enfrenta a una de sus peores coyunturas en los últimos años.