Secretario de turismo municipal, Sergio Herrero atribuyó este éxito barilochense al trabajo conjunto entre la administración pública y el sector empresarial privado sumado a las estrategias de promoción que se implementaron a lo largo del año pasado tanto en las ferias celebrada en toda la Argentina como en los eventos del exterior que sirvieron para exhibir a esta ciudad rionegrina ante los mercados extranjeros. 

Bariloche se tornó un punto de referencia para los viajeros gracias a su conectividad terrestre como aérea con más de noventa vuelos semanales con las principales urbes de Argentina y también con la capital trasandina de Santiago de Chile. Esta infraestructura permitió que más turistas elijan a Bariloche como su destino vacacional.

Este crecimiento turístico no solo se refleja en las estadísticas sino también en el bullicio de sus calles, playas, restaurantes y sitios de interés. La atmósfera vibrante y enérgica de la ciudad es testigo de una temporada exitosa con turistas disfrutando de lo mejor que Bariloche tiene para ofrecer.

Como parte de su propuesta cultural, la Secretaría de Turismo invita a los visitantes a participar en las visitas guiadas a la icónica Torre del Reloj del Centro Cívico. Las visitas se llevan a cabo de lunes a viernes a las 14:00 horas, y los interesados deben inscribirse previamente en la oficina de informes turísticos a las 13:30.

Durante estas visitas guiadas que van de cuarenta minutos a una hora, los turistas pueden explorar el mecanismo único del reloj y conocer las historias fascinantes que rodean este símbolo de la ciudad. Aunque la actividad es gratuita y no requiere un costo adicional, los cupos son limitados, y se recomienda a las personas con movilidad reducida considerar que la actividad implica ascender cinco pisos de escaleras.

Con un atractivo que combina naturaleza, cultura y una oferta variada de actividades, Bariloche sigue posicionándose como un destino de primera elección para quienes buscan experiencias inolvidables. La combinación de su impresionante paisaje y la hospitalidad de su gente garantizan que cada visitante se lleve un pedacito de Bariloche consigo.