El endurecimiento de las políticas migratorias y la revocación de visados a estudiantes extranjeros generaron temor e incertidumbre entre los turistas, impactando la percepción global sobre la facilidad para ingresar a suelo norteamericano. Episodios muy difundidos de inspecciones rigurosas en las fronteras, que incluyen la revisión de redes sociales, han alimentado este clima de inseguridad para potenciales visitantes.
El propio presidente estadounidense Donald Trump reconoció que un "poco de nacionalismo" podría estar detrás del descenso de visitantes extranjeros aunque minimizó el impacto al afirmar que su país “trata genial a los turistas” y que sigue siendo un referente global en turismo.
Por su parte, los expertos locales estimaron que un descenso prolongado implicaría pérdidas económicas significativas, calculadas en hasta 90.000 millones de dólares para el PIB estadounidense.
Los datos oficiales revelan un descenso del 9,7% en turistas procedentes del exterior en marzo comparado con el año anterior y una baja del 4,4% en el primer trimestre según cifras de la Administración del Comercio Internacional. Sin embargo, estas cifras guardan relación con patrones estacionales y de reserva anticipada, especialmente en el segmento europeo que suele viajar en periodos como Semana Santa.
Un punto especialmente crítico es el turismo desde Canadá, que representa casi un cuarto de los visitantes extranjeros. El número de viajes de regreso desde EE.UU. cayó un 31,9% en marzo, una señal clara del boicot impulsado por las tensiones políticas y económicas con la administración Trump. Los destinos favoritos de los canadienses, como Florida, Arizona y Maine, ya experimentan este impacto directo.
Frente a este descenso, autoridades como el gobernador de California han lanzado campañas específicas para recuperar al público canadiense, mientras aerolíneas como Air Canada, WestJet, Porter y Flair están redirigiendo su capacidad aérea hacia Europa, buscando diversificar mercados y mitigar la caída de viajeros norteamericanos.
En ciudades como Nueva York, el turismo ha mostrado estabilidad en las proyecciones para la primavera y verano, aunque reconocen la influencia de los cambios económicos y arancelarios. Organizaciones locales no han detectado hasta ahora caídas significativas, pero la Asociación de Hoteles refleja una merma en visitantes canadienses y en menor medida europeos, incluso pese a la depreciación del dólar, que normalmente incentiva el turismo extranjero.