De acuerdo con la consultora Equilibra, el déficit turístico neto en junio trepó a 863 millones de dólares, el punto más alto para ese mes desde 2017. En paralelo, el diario porteño Ámbito Financiero detalló que, en el primer semestre, mientras el agro liquidó 16.750 millones de dólares, los argentinos gastaron 5.360 millones en turismo, es decir, un 32% de lo aportado por el campo.
Las proyecciones para julio refuerzan esta tendencia. El stock de préstamos de tarjetas en moneda extranjera llegó a 794 millones de dólares a fin de mes, indicador que anticipa que los egresos habrían rondado entre 900 y 1.000 millones de dólares, según estimó la economista Laura Vernelli que intergra el equipo de la consultora privada Equilibra.
En paralelo, el sector agroexportador marcó en julio un récord en más de dos décadas, con ventas externas por 4.100 millones de dólares, según la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC). Sin embargo, las liquidaciones semanales empezaron a mostrar una desaceleración.
Especialistas advierten que el ajuste del gasto turístico no será inmediato, incluso con un tipo de cambio más alto. “El turismo es sensible al tipo de cambio real pero no inmediatamente porque a compra anticipada de pasajes demora el efecto”, explicó el banquero Matías Rajnerman, director del Banco Provincia.
Además del turismo, la presión cambiaria también proviene de la flexibilización del cepo, las importaciones, los pagos de deuda y la dolarización de ahorros. Desde la salida parcial del control cambiario, se acumula una demanda neta de alrededor de 9.600 millones de dólares, según cálculos de Francisco Ritorto (ACM).
Con estas cifras, el turismo se reafirma como uno de los sectores más dinámicos en la salida de divisas, al mismo tiempo que el agro mantiene el rol de sostén en el ingreso. La tensión entre ambos flujos se proyecta como un eje clave para la estabilidad cambiaria en lo que resta del año.
Argentina recibió 6,6 millones de vistiantes extranjeros anuales que la afirmó como puerta de entrada a Sudamérica y la acercó a los niveles previos a la pandemia de Covid con 98,5% de recuperación desde 2023.
La inversión externa directa en turismo llegó a 939 millones de dólares en las últimas dos décadas siendo impulsada por la política de cielos abiertos, acuerdos bilaterales y sun infraestructura. Este crecimiento reforzó el impacto macroeconómico del sector y lo tornó un motor clave de la balanza comercial nacional.