A 394 kilómetros al sur de la capital mendocina, la Reserva La Payunia cumple con los dos requisitos exigidos a nivel internacional porque se trata de un excepcional espacio de naturaleza al mismo tiempo que exhibe los procesos geológicos en curso en la evolución de las formas terrestres.
Con más de ochocientos conos volcánicos que promedian 10,6 volcanes cada cien kilómetros cuadrados y todos los tipos de erupciones, La Payunia también es un santuario de fauna y flora incluyendo 14.000 guanacos que componen una de las mayores poblaciones del centro oeste argentino.
Su diversidad biológica la convierte en una de las regiones más interesantes de la estepa patagónica junto a sus yacimientos arqueológicos que le aportan interés turístico; científico y educativo.
Los volcanes más visitados son el Payún Matrú (3.750 metros de altura) y el Payún Liso (3.780) que contiene en su cráter un planchón de hielo en invierno con una lagunita durante la primavera.
Otra zona de excepcional belleza es Pampas Negras que está recubierta por un manto de material eyectado por el volcán –lava fragmentada o material piroclástico– de pequeño tamaño y color muy oscuro que se denomina lapillis.
El Campo de Bombas es una zona colmada de formaciones circulares de material piroclástico denominadas bombas volcánicas. Son burbujas de roca fundida eyectadas por el volcán que, al enfriarse, adquieren mayormente forma de bola o gota.
Además de los guanacos, esta área natural protegida también alberga otros mamíferos como el zorro gris, el zorro colorado, el gato del pajonal, la liebre mara y el piche patagónico.