Situado a 460 kilómetros al suroeste de Alice Springs como ciudad más cercana, este monte de 348 metros de altura sobresale porque el color de su superficie cambia según las condiciones climáticas, las épocas del año e incluso la posición de impacto de los rayos solares.
Las autoridades de Parques Nacionales de Australia solicitaron en 2020 a Google Maps que lo elimine de su plataforma digital para que disminuya la cantidad de turistas preservando a esta formación rocosa que se eleva como un monolito en medio de una naturaleza llana y árida consolidándose.
El monte Uluro constituye un símbolo sagrado del pueblo originario australiano pitjantjatjara que lo habían explorado antes que el agrimensor William Gosse que llegó a su cima en julio de 1873.
A fines de 2002, el gobierno australiano cambió el nombre original de Ayers Rock por su actual denominación Uluru tal como es identificado por los pobladores nativos.
Sin recibir visita de ningún turistas, sólo se puede contemplarlo desde lejos, esta prohibición no sólo se implemento para no ofender a los pueblos autóctonos que lo consideran como un lugar sagrado.
El impedimento también radica en la inseguridad que representa escalarlo, se trata de una misión imposible para quienes no sean profesionales experimentados como lo reflejan las 37 personas fallecidas en los últimos años.
Como resultado de esta prohibición turística, el monte mejoró su ecosistema ya que así se mantiene libre de plásticos, residuos y basura sumado a que se terminaron los incendios forestales provocados por fogatas en espacios no autorizados.
Además, el 2023 comenzó con restricciones para Australia porque -desde el pasado 5 de enero- todos los visitantes procedentes de China -incluyendo Hong Kong y Macau- deberán someterse a pruebas de Covid-19 como requisito obligatorio para ingresar a la potencia oceánica tanto en plan vacacional como en viajes de estudio o trabajo.
Desde julio de 2022 no se exige el esquema de vacunación contra el Covid-19 al ingresar a las fronteras o aeropuertos de Australia aunque se mantiene la obligación de utilizar barbijos o tapabocas durante los vuelos internacionales a ese país.
A mediados de abril pasado, por primera vez después de dos años de cierre de fronteras debido a la pandemia de Covid-19, Australia recibió un crucero internacional con la esperanza de retornar a las épocas previas a 2020 cuando arribaban 350 embarcaciones por año con un tráfico de 600.000 pasajeros que aportaban 3.800 millones de dólares en consumo de productos y servicios locales.